Skip to main content

Es muy frecuente encontrar niños que tienen dificultades con sus manos.

Pueden ser dificultades a la hora de vestirse solos, abrocharse los botones, hacer lazos con los cordones y muchas otras actividades similares a esas.

Inclusive, muchas veces exhiben dificultad para agarrar el lapicero cuando tiene que escribir o hacer las tareas escolares.

Lo que se observa, generalmente, es que esos chicos parecen tener menos fuerza en las manos. La característica que presentan es la de “manos flojas”.

¿De que se trata?

Clínicamente, podemos decir que se trata de alteraciones que consisten en trastornos de la coordinación.

Si los miramos atentamente, podremos darnos cuenta de que no sólo las manos carecen de una situación óptima. Con una alta frecuencia, también padecen otros tipos de alteraciones de la coordinación.

Pueden sufrir alteraciones de equilibrio al moverse o al jugar. Del mismo modo, problemas para fijar la mirada y seguir objetos visualmente, ya que cuentan con una atención visual más floja.

El nombre oficial de este diagnóstico es el de TRASTORNO GENERAL DE LA COORDINACIÓN.

Lamentablemente, es una alteración que tienen muchos más niños que los que efectivamente son diagnosticados.

En principio, eso se debe a que muchos padres y madres creen que esos síntomas se deben simplemente a una torpeza del niño, una característica propia, y suelen considerar (¡erróneamente!) que no es un problema en sí mismo.

La realidad es que son muy pocos los niños que son llevados a la consulta con un médico por un presunto problema de coordinación.

Por suerte, muchas veces los maestros y profesores se dan cuenta del problema a tiempo y alertan a los progenitores, ya que estos trastornos suponen una dificultad para el desarrollo de actividades en el colegio.

¿Qué hacer?

Es muy importante que los padres no se conformen con esta situación y no le atribuyan una cierta normalidad, como si fuera una característica identitaria del niño.

Es necesario que busquen auxilio especializado para ayudar al desarrollo de la coordinación.

Y hay que tener muy en cuenta que la falta de coordinación no solo afecta a aspectos de autonomía. A menudo, influye también en la inserción social del chico. Es decir, su capacidad de jugar, estar integrado con otros y poder ser aceptado y querido por sus pares en actividades habituales.

Conclusión:

A estar atentos frente a este tipo de síntomas y evitar naturalizarlos como si se tratara de una característica corriente que no necesita dedicación y tratamiento especializado.

Leave a Reply