La tecnología entró en la vida de los niños y niñas con una fuerza cuyo efecto todavía no ha sido debidamente medido.
Pero lo cierto es que se registra una epidemia de trastornos de atención y las pantallas (dispositivos móviles, tabletas, televisores, etc.) ejercen un fuerte impacto en ese sentido.
Los niños que más tiempo pasan sometidos a ese tipo de artefactos electrónicos padecen consecuencias como colapso en el sistema de atención, dificultades para leer un libro y problemas de concentración en el ejercicio de tareas.
Pero el uso excesivo de dispositivos también tiene un impacto postural, como el síndrome de la cabeza doblada frente a móviles y el sedentarismo ante videojuegos.
Las posturas prolongadas por escaso movimiento, además, acarrean problemas en el desarrollo de la espalda, y dolores cervicales y de cabeza.
Del mismo modo, se registran alteraciones en los tendones de las manos, sobre todo en los casos de niños que pasan mucho tiempo escribiendo mediante teclados en el celular.
Esta situación hace que padres y profesionales se vean obligados a poner en marcha sistemas de prevención.
¿Qué podemos hacer?
En primer lugar, controlar el uso de dispositivos y, sobre todo, el tiempo que los niños pasan frente a las pantallas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que hasta los 2 años no exista ningún tipo de pantalla en contacto con los chicos. ¡Esa recomendación se justifica en los muchos casos de bebés cuyos padres les suministran móviles como único recurso para ser calmados!
Además, es conveniente evitar las pantallas muy pequeñas, frente a las cuales los niños están con la cabeza baja. Son preferibles las pantallas más grandes, ante las cuales mantienen una posición mayormente confortable para el cuello.
Del mismo modo, se recomienda hacerlos trabajar sobre una mesa, con una Tablet o un ordenador, y vigilar la postura que mantienen. Lo más conveniente es que se mantengan apoyados sobre los codos y que haya una distancia prudencial entre el dispositivo y los ojos. Además, la iluminación del ambiente debe ser lo adecuada como para que las pantallas no sobrecarguen el sistema visual.
El consejo que hay que tener siempre en cuenta
Lo mejor que podemos hacer para evitar los problemas posturales derivados del uso inadecuado de dispositivos móviles es reducir el uso de las pantallas y alentar al niño a que acepte participar de actividades en el exterior, como juegos con pelota o juegos de mesa, y prevenir así los problemas ligados al sedentarismo y las malas posiciones.
Si es necesario, recurrir al auxilio de un profesional
Cuando el problema se agrava y obliga a acudir a la ayuda de un profesional, como puede ser un fisioterapeuta pediátrico, aquellos formados en el concepto TMPI pueden ayudar al niño, mediante tratamientos altamente especializados.
Pero la solución pasará principalmente por un cambio de hábitos en la casa del pequeño paciente.