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Existe una idea general, muy instalada socialmente, según la cual los chicos crecen bien si les brindamos alimentos, bebidas y cariño. Pero el bebé no solo debe crecer, también necesita madurar.

El niño, a través de su sistema nervioso, debe aprender a conocer el mundo, para luego ir controlando su cuerpo, sus manos y sus ojos. De esta manera, el recién nacido podrá ir completando, paso a paso, sus primeras etapas de desarrollo.

En los primeros meses de vida, esas fases son sencillas. Consisten en cuestiones muy básicas, como enderezar la cabeza, fijar la mirada y agarrar un objeto.

Con el paso del tiempo, el niño se encontrará ante desafíos cada vez más complejos. Y con el transcurso de los años estará ante la necesidad de responder al aprendizaje en el colegio, leer un libro o tocar un instrumento musical, entre otras muchas tareas de la vida cotidiana.

Sin embargo, no acostumbramos a tener siempre presente que para conseguir lo más difícil hay que conquistar antes los objetivos básicos.

Y hacer ejercicios con el bebé es una de las actividades que hay que tener en cuenta, ya que es altamente recomendable para estimular el óptimo desarrollo del niño y permitir que éste pueda alcanzar un futuro con plenas potencialidades.

¿Qué ejercicios pueden hacer los bebés dirigidos por sus padres?

Los niños necesitan mucho movimiento, en forma de balanceo o a modo de baile. Los padres pueden balancear a sus hijos cuando éstos están erguidos o tumbados sobre el antebrazo. Mínimos movimientos sorpresivos, como pequeños sustos, favorecen la adaptación del sistema nervioso a lo que puede ser nuevo. También lo predisponen a un futuro con mayor capacidad de adecuación a situaciones imprevistas.

En muchos países del norte y el este de Europa se suele mover a los bebés pensando que eso los ayuda a estar en el mundo, lo cual es correcto. Porque el sistema que más se estimula con el movimiento es el vestibular, que corresponde a la orientación espacial.

Balancear al bebe, bailar con él, moverlo hacia arriba y hacia abajo (¡eso que provoca la sorpresa y la alegría de los padres cuando él sonríe!) son ejercicios básicos y fundamentales.

¿Qué otros ejercicios son recomendables?

Poner al bebé boca abajo, cuando está despierto y vigilado por sus padres, es otro de los ejercicios aconsejables.

Es conveniente tumbarse frente a él y hablarle y tocarle, con una expresividad facial intensa.

¡A dejar la timidez de lado! Porque lo más conveniente en este caso es hacer cosas como sacarle la lengua y abrir grande la boca y los ojos.

¿Cuál será el resultado? Se transformará en un estímulo fantástico para que el recién nacido enderece la cabeza y logre desarrollar fuerza en la espalda.

Otro de los ejercicios que pueden ser aconsejados, cuando ya ha superado el primer mes de vida, es hablarle desde los lados y ponerle juguetes a uno y otro costado, provocando que gire la cabeza y mueva los ojos y los brazos.

Cuanto más realice ese tipo de movimientos, mejor desarrollo de la lateralidad y coordinación de los ojos y las manos podrá tener. Este ejercicio puede llevarse a cabo boca arriba y también boca abajo.

Para el final dejamos el ejercicio más divertido, y al mismo tiempo uno de los más simples, que consiste en darle muchos besos, hacerle cosquillas con la boca y brindarle mordisquitos suaves, en los costados del cuerpo, en los pies y en las manos.

El objetivo no es simplemente que se ría, sino estimularlo para que se mueva y reaccione. El bebé debe sentir todo su cuerpo para luego controlarlo de la mejor manera posible.

¡No olvidar! Los ejercicios de la primera infancia son maravillosos para ellos y también pueden ser muy divertidos para los padres.