Cuando llega el verano, muchos empezamos a planificar vacaciones pensando en descansar y dejar la rutina de lado por un tiempo. Es que llegamos a ellas agotados, no sólo los padres, sino también los niños.
Pero es bueno tener en cuenta que esta temporada es una gran oportunidad para realizar actividades que, además de ser muy divertidas, pueden tener un impacto positivo en el desarrollo del niño.
¿Por qué? Porque los niños, durante el verano, cuentan con mucho más tiempo libre y tienen la oportunidad de vivir experiencias que permiten un contacto mayor con el agua, las actividades físicas, el deporte y la naturaleza.
Del plan que tengan los padres para este período depende aprovechar a pleno esta oportunidad en beneficio de ellos.
¿Qué podemos hacer para que el verano se convierta en una gran oportunidad de estimulación? Aquí van algunos consejos:
Buscar que los niños tengan más experiencias al aire libre y que entren en contacto con la naturaleza, ya que es algo que realmente construye a las personas y las hace más humanas. Además, permite desarrollar la atención y la cognición. Por ejemplo, cuando observamos lo que hace un animal y seguimos sus movimientos. También cuando estamos observando la naturaleza y sintiendo sus estímulos en nuestro cuerpo.
Aprovechar las experiencias en el agua, ya sea en la piscina, en el mar o en algún otro lugar. Hay muchas que pueden ser muy divertidas y convertirse en una oportunidad de estimulación para el desarrollo. Por ejemplo, poner al niño en una colchoneta, un inflable o un flotador, invitarlo a que cierre los ojos, moverlo despacio y pedirle que nos diga en qué sentido lo estamos haciendo. ¡Es una súper experiencia para el equilibrio y para el sistema vestibular!
Experiencia social. También es una oportunidad que nos permite la actividad en el agua. Jugar en ella, perseguirse, saltar y correr, siempre al cuidado de los padres, es una actividad que no sólo ayuda al desarrollo físico del niño, sino también a su sociabilización.
Participar en juegos con pelotas, lanzamientos de frisbee y otras actividades similares. Lo más interesante es estimular al niño para que éste intervenga en deportes alternativos, esos en los que no tiene la posibilidad de ser parte durante el resto del año. Son especialmente interesantes aquellos en los que hay que lanzar y capturar una pelota en movimiento. Esto permite desarrollar la coordinación visomanual, que es una dificultad en muchos niños con trastornos del desarrollo.
Actividades artísticas. Son experiencias que ayudan a desarrollar la manualidad fina y muchos aspectos del cerebro, como la atención, la cognición, la imaginación, y la planificación. Es aconsejable inducir al niño a pintar con pincel, por ejemplo, ya que requiere atención y cuidado en el manejo de los instrumentos. Del mismo modo, esculpir o crear objetos moldeados, con materiales como plastilina. También podrían ser juegos de construcción, que permiten desarrollar la manualidad fina.
¡Y una gran actividad artística es cocinar! Se trata de una experiencia que hace posible el ejercicio de la planificación. ¿Qué vamos a cocinar? ¿Dulce o salado? ¿Qué ingredientes vamos a usar? Y muchas otras preguntas cuyas respuestas van a entusiasmar al niño para permanecer en esta actividad por un buen tiempo.
Sin dudas, la peor manera de pasar el verano para el niño es sumando cantidad de horas frente al televisor o el móvil, algo que lamentablemente sucede con frecuencia, cuando le permitimos administrar su tiempo libremente, sin incentivarlo a entrar en contacto con la naturaleza y realizar actividades deportivas, que suponen sacar provecho a todos los beneficios expuestos anteriormente.